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¿Ruido o valor? Aprende a reconocer contenido útil en tiempos de exceso informativo

  • Funcode A. C.
  • 21 abr
  • 2 Min. de lectura


Vivimos rodeados de pantallas, notificaciones y enlaces que compiten constantemente por nuestra atención. Cada día se generan millones de datos, artículos, videos y opiniones en un mar de contenidos que difícilmente podemos procesar. Esta abundancia informativa, lejos de facilitarnos el acceso al conocimiento, muchas veces nos abruma, confunde o nos hace perder tiempo en datos irrelevantes.


El problema no radica en la cantidad de información disponible, sino en la falta de filtros eficaces para distinguir lo importante de lo superfluo. En medio del ruido informativo, solemos caer en el consumo compulsivo de contenido, sin una intención clara ni una estrategia definida. Este fenómeno ha sido bautizado como “infoxicación”, un estado de saturación donde más no es mejor, y donde la abundancia puede convertirse en un obstáculo para el pensamiento crítico.


Filtrar lo que consumimos requiere desarrollar habilidades de lectura crítica, curación de contenido y uso consciente de las plataformas. No todo lo que circula en redes sociales, blogs o medios es veraz, relevante o útil. Es clave identificar las fuentes confiables, contrastar puntos de vista, evitar los titulares sensacionalistas y reconocer cuándo estamos navegando por hábito y no por necesidad. Aprender a pausar, cerrar pestañas y dejar de seguir cuentas que no aportan valor es también parte de esta higiene informativa.


Uno de los principales desafíos de la era informacional es recuperar el control sobre nuestra atención. La economía actual se basa, en gran medida, en capturar el tiempo del usuario, por lo que muchas plataformas están diseñadas para distraernos. En este contexto, priorizar nuestras necesidades informativas, definir objetivos claros de búsqueda y adoptar herramientas de gestión del conocimiento puede marcar una diferencia profunda en nuestra vida profesional y personal.


Además, fomentar entornos organizacionales e institucionales donde se valore la calidad por encima de la cantidad de información es una tarea pendiente. En muchos espacios de trabajo, el exceso de correos, reportes y reuniones genera un flujo de información constante pero poco eficaz. Saber qué comunicar, cómo y cuándo, es también una forma de filtrar el ruido y mejorar la toma de decisiones.


No se trata de escapar de la información, sino de aprender a convivir con ella inteligentemente. En un mundo donde todos hablan, destaca quien sabe escuchar, procesar y sintetizar lo esencial. Filtrar el ruido es una habilidad clave del siglo XXI, tan necesaria como leer, escribir o incluso pensar con claridad.

 
 
 

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